«Excelente licor aterciopelado, cálido y azucarado, que tras una avalancha volcánica borgoñona pondrá una nota de dulzura en el paladar como un trino menor al final de una fuga de Bach», con estas palabras se asombraba la duquesa de Clermont Tonnerre en el «almanaque de las cosas buenas», una suerte de guía Michelin de la época de Luis XIV.
 
¿Qué mejor presentación, entonces, para la grosella negra de Borgoña?

Un poco de historia

El grosellero se cultiva para la producción de frutas desde 1571. Considerada una especie de panacea, su cultura se desarrolló hasta tal punto que en 1873 la Côte d'Or sucumbió ante sus frutos y desde entonces cuenta con más de un millón de árboles de esta especie repartidos en 300 hectáreas.  La variedad «Negro Borgoña» es de una calidad aromática aún sin igual, tal como su prima de nuestra región «Real de Nápoles».

¡Grosella negra en todas sus formas!

La grosella negra no conoce límites en las posibilidades que ofrece: está presente en la crema de casis, que se diferencia del licor de casis por su mayor contenido de azúcar (250 g/L frente a 100 g/L) y también en el famoso «kir», una combinación de crema de casis y vino blanco Aligoté. Esta receta se atribuye al canónigo Kir, alcalde de Dijon de 1945 a 1967, que tenía la costumbre de convidar con este aperitivo a todos los visitantes que recibía.

¡A la cocina!

Se asocia generalmente al melón, a las carnes como el conejo, el pato, las presas de caza o incluso al pastel de cerezas, los crêpes, las tartas de merengue y otros muchos postres.
 
Para quien guste de dar el toque final a una comida con algo dulce, no hay como las cassissines, unas pastas de grosella negra con un corazón conocido como «rosalio», un pequeño caramelo con licor de grosella. Podrá encontrar todas estas delicias en los comercios más exclusivos, los pasteleros de la región y, sobre todo, no deje de descubrir todos los secretos de su elaboración visitando a los licoristas locales. Entre estos últimos se destacan el Cassissium, un espacio museográfico de la casa Vedrenne, en Nuits Saint Georges, o la granja Fruirouge, en Hameau de Concoeur.

¡Secretos de perfumero!

Las yemas de casis se utilizan en la perfumería fina, sobre todo para la elaboración de aromas prestigiosos como Amazone, First, Magie Noire, Silence y, sobre todo, el mítico Chanel N° 5.