Pueblo de Meursault

«Té para dos y dos para el té»… ¿Le recuerda algo esta cancioncilla? Sí, claro, Meursault es Gérard Oury y las escenas de culto de «la Grande Vadrouille«, rodada en 1966. La película hizo famoso el ayuntamiento con sus tejados de tejas vidriadas, vestigio de un antiguo castillo fortificado. Meursault, pueblo encantador, es rico en patrimonio religioso, como el Leprosario, un edificio románico magníficamente renovado situado a la entrada del pueblo, y la iglesia de Saint-Nicolas, declarada monumento cluniacense. Al pasear por el pueblo, encontrará mansiones privadas y casas de vinateros y comerciantes de vinos finos construidas con piedra caliza extraída de los alrededores.

Los monjes de Cîteaux no se equivocaron al desarrollar esta tierra para viñedos ya en 1098. Meursault, un vino «icónico» de Chardonnay, procede de un terruño excepcional.

Al pedir un Meursault Gouttes d’Or 1784 a M. Bachey, T. Jefferson, un auténtico catador, lo había entendido todo sobre las características específicas de Borgoña: pueblo, clima, añada y propietario.

Meursault tiene una larga tradición de celebraciones con eventos que combinan gastronomía, buenos vinos y música. En marzo, la Banée, una cena de convivencia con los viticultores del pueblo, abre el baile, y en julio, el festival musical «De Bach a Baco» aúna vino y música en pleno corazón del pueblo y de su patrimonio. En noviembre, la Paulée de Meursault, una comida que solía marcar el final de la vendimia, llega a su fin tras la Venta de Vinos de los Hospicios de Beaune, Les Trois Glorieuses. El escenario de esta prestigiosa comida es el Château de Meursault, donde se entrega un premio literario a un autor que haya hecho mucho por Borgoña y sus vinos.