Disfrute de una estancia en Beaune, capital de los vinos, para degustar todas las cosechas de la Borgoña en las grandes compañías locales. Sus redes de bodegas, algunas de las cuales se remontan hasta la Edad Media, discurren por debajo de toda la villa formando una auténtica ciudad subterránea.

 En la zona vitícola, donde la propiedad familiar es la norma, concierte una cita o preséntese simplemente a las puertas, a menudo centenarias, de la bodega de su elección. Los viticultores le recibirán con hospitalidad para invitarle a descubrir sus vinos. Empápese de ese momento en el que se mezclan la historia familiar, la tradición y la habilidad. O mejor aún: ¡acompañe a su anfitrión a visitar los viñedos para aprovechar al máximo la originalidad de los terroirs borgoñones!